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Nagore Eskisabel. Reflexiones sobre un mundo que sufre.

Entrevista del colaborador de Blackkamera, David Tijero Osorio.

Nagore Eskisabel, Delegada de Médicos Sin Fronteras para la Zona Norte, nos habla en esta entrevista del trabajo que la organización humanitaria desempeña en zonas de conflicto asistiendo a los damnificados y de la estrecha relación de la misma con el fotoperiodismo como elemento para dar a conocer a la opinión pública situaciones de injusticia. Una labor arriesgada e imprescindible que busca preservar la vida y aliviar el sufrimiento allá donde es necesario.

Para empezar, explícanos brevemente por favor la labor principal de Médicos Sin Fronteras.

Somos una organización de acción médico-humanitaria: asistimos a personas amenazadas por conflictos armados, violencia, epidemias o enfermedades olvidadas, desastres naturales y exclusión de la atención médica. Y lo hacemos defendiendo los valores de independencia, neutralidad, humanidad e imparcialidad.

¿Qué motivos te llevaron a formar parte de la misma?

Médicos Sin Fronteras nació hace 50 años de la mano de un grupo de médicos y periodistas para prestar atención sanitaria, alzar la voz y dar testimonio, para contar lo que vemos en más de 80 países en todo el mundo y denunciar las injusticias que atraviesan las personas a las que intentamos ayudar. Quería contribuir a ello como periodista.

¿Y qué requisitos ha de cumplir alguien interesado en formar parte de MSF?

Depende del perfil profesional al que se quiera optar, si es para trabajar en sede o en terreno, pero normalmente buscamos personas comprometidas con los valores humanitarios, con experiencia profesional cualificada y dominio fluido del inglés y el francés. Somos una organización diversa e inclusiva en la que trabajamos más de 65.000 personas de más de 160 nacionalidades y diferentes perfiles.

“La fotografía documental nos permite visibilizar y denunciar las situaciones de las que somos testigos, y en ocasiones, además, somos la única organización presente en una emergencia.”

La organización ha tenido una intensa relación con el fotoperiodismo y la fotografía humanista, ¿cómo es la relación de la misma con los fotógrafos documentales? ¿son contratados? ¿solicitan permiso para documentar el trabajo de MSF?

La fotografía forma parte del ADN de la organización. El fotoperiodismo acompaña a MSF desde su nacimiento en 1971 de la mano de un grupo de médicos y periodistas. En estos 50 años, profesionales de la fotografía y el periodismo, y personal humanitario de MSF hemos cruzado nuestros caminos en algunas de las crisis más graves de este medio siglo. Algunas de ellas perduran en la memoria colectiva, otras ya han sido olvidadas.

La fotografía documental nos permite visibilizar y denunciar las situaciones de las que somos testigos, y en ocasiones, además, somos la única organización presente en una emergencia. Por eso, dentro del departamento de Comunicación de MSF hay personal audiovisual contratado que se ocupa de la captación de imágenes y otros recursos audiovisuales, y de su edición y postproducción. Para algunos proyectos, también trabajamos con ‘freelances’, generalmente contratados para un encargo en concreto. En ambos casos, hay el compromiso de seguir la guía ética de captación y uso de las imágenes interna de Médicos Sin Fronteras.

También colaboramos con medios de comunicación que envían a su personal a los proyectos de MSF, bien para desarrollar conjuntamente proyectos de comunicación audiovisuales o para facilitar visitas de periodistas y fotoperiodistas.

En todos los casos se gestiona un permiso, que incluye los detalles del proyecto y el compromiso de respetar los principios de MSF.

Utilizar una cámara en zona de conflicto, donde pueden vivirse situaciones complicadas, implicará ciertas cuestiones morales, ¿un fotógrafo que colabore con vosotros tiene libertad total para fotografiar o ha de ceñirse a algunas restricciones para salvaguardar la dignidad de los fotografiados?

Las situaciones en las que trabaja MSF son emergencias médico-humanitarias, a menudo en zonas en conflicto, en los que la población afectada se encuentra en una situación de vulnerabilidad. Este elemento es clave y por eso existe una guía ética audiovisual interna que debe seguir nuestro personal y cualquier profesional audiovisual que grabe o haga fotografías en los proyectos de MSF. En la guía se detallan tanto la manera en la que tomar las imágenes como cuestiones de representación.

En primer lugar, siempre se pide consentimiento informado, explicando a las personas a las que se va a grabar para qué se van a usar las imágenes y en qué medios podrían publicarse, y debe dejarse claro que no dar ese consentimiento no va a tener consecuencias en la asistencia que están recibiendo por parte de MSF, para que su decisión sea tomada libremente.

En cuanto a la representación, se detallan los principios que debe guiar el trabajo audiovisual: retratar a las personas con respeto y mostrando su dignidad, incluso en las situaciones más adversas o de vulnerabilidad (una persona que está siendo operada o alguien que ha tenido que huir con lo puesto, en un campo de refugiados); ser fieles a la realidad (por ejemplo, no mostrar a un niño enfermo solo para darle fuerza a la imagen, si está acompañado por familiares) y siempre mostrar el contexto, algo fundamental en la lectura de cualquier imagen. Hay cuestiones técnicas asociadas a estos principios, como usar preferentemente ópticas que no deformen y una angulación a la altura de los ojos, para evitar los efectos que pueden crear los picados -mostrar a las personas retratadas desvalidas- o los contrapicados, que pueden reforzar una imagen épica de héroe salvador que a veces se reproduce en contextos de crisis humanitarias.

Además, deben tenerse en cuenta las convenciones culturales locales, evitar el estigma de las personas retratadas (por ejemplo, para pacientes de VIH o supervivientes de violencia sexual), preservar el anonimato de las personas que lo soliciten y de una forma que no las revictimice, etc. Y es importante también tener presentes, para no caer en ellos, peligros en la representación como el paternalismo, la victimización o la estetización de la miseria.

“Las situaciones en las que trabaja MSF son emergencias médico-humanitarias en los que la población afectada se encuentra en una situación de vulnerabilidad. Este elemento es clave y por eso existe una guía ética audiovisual interna que debe seguir nuestro personal.”

Háblanos de EnfocAH, ¿Cómo surge una iniciativa de este tipo y cuál sería su principal objetivo?

EnfocAH es un proyecto de fotografía y acción humanitaria para hacer frente al olvido y el silencio. Nace con motivo de nuestro 50 aniversario y busca poner el foco en temas que a menudo quedan relegados de la actualidad. El proyecto combina una serie de encuentros online, en los que ha participado la escuela Blackkamera, con acciones take over en Instagram y un evento inmersivo a final de año. Busca reconocer y visibilizar trabajos fotográficos que ayudan a salvar vidas.

Se habla de que cada vez es más difícil acceder a lugares de conflicto y que cada vez se respeta menos la neutralidad de periodistas u organizaciones humanitarias como la vuestra. ¿Esa creciente hostilidad puede acabar a MSF por replantear su papel en las zonas de conflicto?

El acceso a las poblaciones que se encuentran sumidas en un conflicto es siempre difícil y, en muchos casos, peligroso, pero MSF somos gente obstinada y persistiremos en nuestro empeño y vocación. Seguiremos salvando vidas cada día en los contextos más difíciles. No en vano, más de 70% de nuestros proyectos están relacionados con la atención a víctimas de conflictos armados.

Tu actividad profesional probablemente te permitirá tener una visión más amplia del mundo que el ciudadano medio de a pie, ¿cómo ves el mundo en 2021? ¿cuál sería el problema, a nivel global, más acuciante a resolver?

Este año continuamos enfrentándonos a la pandemia de la Covid-19, un problema de salud global que sigue absolutamente vivo y está teniendo un impacto devastador en muchos países del mundo a los que ni siquiera están llegando las vacunas. No debemos fijarnos solo en el impacto directo de la Covid-19, que es brutal, sino también en el indirecto: se han dejado de distribuir mosquiteras contra la malaria para no congregar a las personas, se han dejado de hacer campañas de vacunación contra el sarampión, una de las principales causas de mortalidad infantil, por evitar juntar a niños y niñas, se estima que habrá un incremento de la pobreza, la migración, los conflictos…

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