Entrevista realizada por David Tijero al alumno de Curso profesional de Fotoperiodismo , Arkaitz Saiz
Curso Profesional de Fotoperiodismo. Los alumnos hablan
Durante el pasado otoño, los alumnos del Curso Profesional de Fotoperiodismo han desarrollado ambiciosos proyectos fotográficos, convenientemente tutelados por los cinco profesores que han impartido el mismo, aportando su contrastada experiencia en dar las claves sobre cómo afrontar y desarrollar un proyecto fotográfico desde los inicios hasta saber darle salida comercial.
Trabajos que transitan desde lo más íntimo a lo más universal y que tratan, de maneras tan diversas como únicas, de describir el pulso del mundo y la posición del ser humano contemporáneo en el mismo.
El bidasotarra Arkaitz Saez, fotógrafo especializado en deportes de montaña, aprovechó el parón forzoso que ha supuesto las restricciones para hacer frente a la pandemia, para investigar sobre el fenómeno de la inmigración en un lugar de tránsito fronterizo como es su lugar de origen.
Explícanos brevemente el proyecto que has desarrollado durante este curso, ¿ha cambiado mucho desde la idea con la que empezaste el mismo?
Era una idea que tenía en mente desde hace un tiempo. Originalmente soy de la zona del Bidasoa. Ahora mismo vivo en Hendaia, aunque por trabajo viajo mucho. Llevo moviéndome desde los veinte años, volviendo de forma regular y, en los últimos años, he ido percibiendo que el tipo de inmigración en la zona ha ido cambiando. Si bien siempre ha sido una zona fronteriza con mucho tránsito, no recuerdo haber visto de niño a gente del Magreb y subsaharianos como ahora. Es algo que me llamó la atención y hablando con amigos del tema alguno de ellos no parecía ser del todo consciente de que hay gente que está allí de paso. Empecé a investigar, me puse en contacto con la red de ayuda al inmigrante que no son más que voluntarios que ayudan como pueden. En un principio tenía intención de hacer un trabajo foto-periodístico de contar lo que está sucediendo.
En un par de semanas ya tenía la historia, aunque como el curso se alegraba tres meses pude profundizar más, quería contar la historia de otra manera. El río Bidasoa sería el hilo conductor de la historia. El río es la frontera y lo que sucede a un lado y al otro es completamente distinto. Decidí concentrarme en Irún. La idea inicial cambió bastante ya que según iba mostrando mi trabajo a cada uno de los cinco tutores, me daban un feedback distinto y, entre todos, el trabajo fue modificándose hasta crear un híbrido de historia, en el que describo la historia del río Bidasoa uniéndolo con la actualidad de la gente que trata de cruzar la frontera, acompañado del trabajo sobre la red local de ayuda en el que hay más retratos y añadiré texto.
En las fotos se aprecia una implicación personal importante en un problema que a la mayoría de la ciudadanía le resulta invisible o casi indiferente, ¿ha tenido un costo personal? ¿Ves necesario buscar esa implicación o el fotógrafo ha de mantenerse de algún modo ajeno a lo que fotografía para no perder la objetividad o la visión global de lo que pretende documentar?
Sí que es cierto que había días que llegaba muy saturado por pasar muchas horas en la calle, junto con la red local que ayuda a la gente que intenta cruzar. Es fácil fotografiar en el sentido de que no hay violencia, siendo visualmente quizás no tan impactante como lo que sucede en Canarias. El problema principal es que la mayoría de ellos quieren pasar inadvertidos. Cuanto más discretos sean, más fácil les será no ser interceptados por la Policía. Con aquellos que se dejaban fotografiar pasé mucho tiempo y durante las noches trataba de actuar como ellos, teniendo cuidado y moviéndome lo más discretamente posible… Sobre todo, al principio, es una oleada de información que te impacta, porque ves llegar al lugar en el que vives gente desorientada, cansada, hambrienta, personas que llegaban directas de Canarias o de Cádiz a un sitio desconocido y muchas veces no saben qué hacer. Sí hay centros donde se atienden a estas personas en tránsito, pero muchas veces ni siquiera saben de su existencia. Mi parte en esta situación ahí era hacer las fotos, para buscar un impacto que hiciera que la gente se involucre, que la sociedad reaccione ante lo que está sucediendo en la frontera del Bidasoa, aunque claro, lo primero es ayudar de alguna forma a esta gente y luego ya habrá momento de fotografiarles. Creo que hay que involucrarse, empatizar con ellos para poder fotografiarles, aunque siempre tomando un poco de distancia para no olvidar cuál es mi cometido en todo esto, que es contar la historia. No quería hacer el típico reportaje de “paracaidista” de alguien que llega a un lugar, toma unas fotos y marcha, que es lo que más suelo ver en los reportajes que se publican en los medios.
Si bien el proyecto parece muy avanzado, no sé si es la edición ya definitiva, ¿continuarás trabajando sobre el mismo para profundizar más en el tema que abordas?
Sí, quería presentar algo ya bastante avanzado. Mi intención es imprimir las fotos en una especie de panfleto o periódico para enseñar la problemática actual y distribuirlo por la zona del Bidasoa. Tengo la idea de hacer un trabajo más amplio en torno al Bidasoa y este de la inmigración sería el primer fascículo. Como te he comentado, he vivido largas temporadas fuera por motivos profesionales y coincidió que cuando llegó el confinamiento, me pilló en Nueva Zelanda, lugar del que no pude volver hasta septiembre por falta de vuelos, alargándose mi estancia allí más de lo previsto. Esta situación de pandemia me ha hecho estar en casa más de lo previsto para no verme de nuevo en una situación así y me lo he tomado más como una oportunidad que como un problema. Seguiré tratando el tema de la inmigración, aunque aún no sé de qué manera; es un tema que siempre va a estar ahí porque, por desgracia, es un fenómeno que no va acabar.
¿Cuál te gustaría que fuera el recorrido del mismo en cuanto a visibilidad y su posible publicación?
Aparte de ir produciendo el panfleto quisiera hacer una exposición en la comarca del Bidasoa para dar luz a la problemática que abordo. También tengo en mente enviar el trabajo a la prensa, aunque aún he de desarrollar un texto que acompañe a las fotos.
¿Qué sería lo principal que te llevas de este curso?
Mi impresión ha sido muy positiva. Los objetivos que tenía en mente para este curso se han visto cumplidos. Llevo unos ocho años como fotógrafo en los que me he centrado más en fotografía de montaña y las actividades deportivas que en ella se desarrollan como esquí, escalada, expediciones… pero lo cierto es que he querido hacer algo más social. Al principio me costó arrancar, por estar acostumbrado a trabajar otros temas y tener, de alguna forma, la mirada acostumbrada a otros registros. Conocía a los cinco profesores, sobre todo a Pep y Diego, quienes fueron dos de mis referencias cuando empecé en la fotografía, así que cuando vi el anuncio, no dudé en apuntarme. Todos los profesores han estado siempre disponibles y desde el primer día nos han enseñado tanto a contar historias como a darles una salida como profesión, algo que muchos fotógrafos, sobre todo quienes empiezan en este mundo, no tienen demasiado en cuenta, saber cómo dar salida a tu trabajo y tener un retorno económico. Salgo muy motivado de este curso y con ganas de seguir colaborando de alguna manera con la gente de la Escuela, quienes, a pesar de todas las restricciones ocasionadas por la pandemia, han podido sacar el mismo adelante.
Arkaitz Saiz