Entrevista de la Escuela de fotografía documental Blackkamera a Txema Salvans.
Por: David Tijero
Fotografía: Estela de Castro
Conversamos con Txema Salvans, uno de los fotógrafos documentales de mayor relevancia de la actualidad. Centrado en documentar el entorno que le rodea, sus paisajes y formas de vida de quienes en ellos habitan, su trabajo hace gala de un profundo carácter humanista estando no exento de una mirada algo cínica a la hora de retratar la realidad que percibe. El fotógrafo catalán impartirá un taller sobre foto-libros dentro del próximo festival de fotografía Begira Photo.
Para el lector que no conozca tu obra, ¿cómo le describirás a grandes rasgos los temas que abordas en tus fotografías o las inquietudes que te empujan a empuñar la cámara?
Todos los fotógrafos empezamos igual. Hay gente que le gusta viajar y lleva la cámara, gente que le gusta la naturaleza y lleva la cámara, gente que le gustan las motos y lleva la cámara, y lo que en un principio no es más que una afición se va convirtiendo en tu principal ocupación. Provengo de la Biología, siempre he sido alguien de Ciencias y es de hecho mi primera vocación y yo como fotógrafo donde me he posicionado es en lo que haría un antropólogo, en documentar aquello que me rodea, mi territorio y mi propia cultura. De todas las posibilidades que tiene la fotografía, yo me he decantado por el foto-documentalismo y mi excepcionalidad es que fotografío lo que tengo a mi alrededor. Por un lado es menos emocionante, pero por otra parte entiendo muy bien lo que allí está sucediendo por lo que mi edición no es solo estética, que también, sino sobre todo de contenido. Al llevar muchos años trabajando en una misma zona, el Mediterráneo en mi caso, por insistencia acabo teniendo un gran número de fotografías. Y cuando tienes un documento muy explorado y muy trabajado, consigues que adquiera interés para diversos colectivos funcionando el trabajo en niveles muy diferentes.
¿Cómo abordas el proceso de fotografiar? ¿Te documentas primero sobre el tema a tratar? ¿Trabajas en lugares o con personas que ya conoces? ¿Eliges un lugar y te quedas observando a que la imagen llegue?
Estos lugares los conozco por haber estado allí como fotógrafo. El gran problema de un fotógrafo a la hora de abordar un proyecto es la estrategia de acceso al lugar que quiere fotografiar. Mi forma de trabajo es muy intuitiva, no hago una documentación previa. Subo a mi furgoneta y me dedico a recorrer la costa del Mediterráneo durante varios días y de ahí van saliendo diferentes proyectos. A medida que voy acumulando ese material empiezo a indagar cómo puedo montar un discurso que tenga que ver con lo que estoy fotografiando, que tenga que ver con mis preocupaciones más íntimas o que refleje una problemática social determinada. Y ahí es donde empiezo a forzar la máquina, aunque son cosas que ya tengo en la cabeza de alguna manera y que no puedo definir con palabras pero que sé que las tengo ahí. En realidad creo que los fotógrafos cuando estamos haciendo nuestros proyectos estamos el 100% del tiempo pensando en esas cosas y cuando los proyectos han acabado saliendo, de alguna manera ya estaban ahí. Era cuestión de definir e ir ordenando el material que ya tenía.
«Mi estilo no está tanto en la forma sino en el tema que trato, pues cambio de cámara en cada proyecto y eso hace cambiar mi forma de trabajar.»
Has conseguido un estilo muy definido a la hora de fotografiar que hace que tus fotos sean muy reconocibles, ¿cómo ha sido esa evolución hasta encontrar esa forma única de describir el mundo que es quizás lo más complicado para un fotógrafo? ¿Intuyes hacia dónde te encaminarás en un futuro cercano?
En realidad si ves mi trabajo ha ido evolucionando. En mi primer trabajo “Nice to meet you” en el que fotografiaba a gente en sus vacaciones, las fotos estaban hechas en paso universal y siempre muy encima de los personajes. Eran fotos en donde el gesto tenía mucha importancia y primaba eso que llamamos el instante decisivo. Mi estilo no está tanto en la forma sino en el tema que trato, pues cambio de cámara en cada proyecto y eso hace cambiar mi forma de trabajar. Lo que he ido haciendo con el tiempo es alejarme del sujeto a fotografiar, forzado por pasar de una cámara de paso universal a una de placas, algo que me da mayor calidad en las fotografías pero que también me obliga a cambiar la forma de fotografiar. Así que mi estilo está sobre todo ligado a la temática, que es mi entorno inmediato y concretamente el Mediterráneo, desde Catalunya a Algeciras, toda la zona de costa.
Hoy día, aunque el trabajo comercial lo hago en digital, mis proyectos son con película fotográfica. El proyecto “The Waiting Game” se basa también en mi propia espera. Es una especie de metalenguaje. Yo mismo estoy dentro de esa espera que pretendo retratar. Cada foto la hago sobre mi propia reflexión, sin poder ver cómo ha salido la anterior. Es una forma totalmente diferente de trabajar a si lo haces con digital. En digital ves continuamente las fotografías que has hecho y estás fotografiando y editando a la vez. Pero con la película, con todos sus riesgos, he de estar mucho más concentrado. Es, por decirlo de alguna forma, escalar sin cuerda. Esa restricción me permite centrarme más en lo que quiero hacer. Si tienes demasiada libertad quizás no sepas qué hacer con ella. Cuando tiras con película, aunque lo escanees después, estás muy limitado a la hora de intervenir la fotografía y a mí estas limitaciones me dan mucha tranquilidad.
Sobre hacia dónde puedo evolucionar. Pues si ahora me cayese una beca o pudiese pedir lo que quisiera, probablemente empezaría a trabajar con un chasis digital de mucha calidad para poder buscar otro tipo de imagen.
Buena parte de tu obra documenta una zona geográfica determinada, entornos urbanos de extrarradio y la relación de quienes viven en ella con su entorno, ¿crees que se te puede enmarcar dentro del género de la fotografía de calle o esa es una etiqueta que se queda pequeña a la hora de hablar de tu trabajo?
Hace poco me pidieron desde Estados Unidos fotos sobre el trabajo sobre la prostitución de carretera para un libro que va a tratar la “New Street Photography”. Pero la verdad es que no estoy muy pendiente de esto de meter en cajoncitos de estilos el trabajo que hago. No estoy seguro si mi fotografía podría encajar dentro de ello, al menos en la idea que tengo yo de la fotografía de calle, que la entiendo más bien dentro de un entorno muy urbano. Además mi fotografía tiene también mucho de paisaje. El drama de mis fotos no está en el personaje, está en el contexto en el que se encuentran. Por ejemplo, en el trabajo sobre la prostitución, para salvaguardar la identidad de las mujeres, me tiré para atrás con la cámara. De ese modo proteges la identidad del sujeto fotografiado y además conviertes lo que podría ser una foto de retrato en una foto de paisaje. Y lo dramático no es el hecho de ser prostituta, ese es un debate en lo que no entro yo, sino el contexto de esa carretera donde ejerces la prostitución, donde los conductores paran y te metes en un coche sin saber lo que va a suceder. Eso es lo dramático.
«El drama de mis fotos no está en el personaje, está en el contexto en el que se encuentran»
El entorno que fotografías queda descrito como un lugar bastante hostil, de sol impenitente, grandes construcciones de cemento y paisajes industriales, un entorno en el que sus habitantes sin embargo parecen sentirse relajados pasando sus días de vacaciones. Casi podría hablarse de un manual visual de la adaptación al medio del ser humano.
Sí, por ejemplo en el trabajo «The Perfect Day» las fotos de ese trabajo se han hecho en zonas cercanas a la costa pero siempre de espaldas al mar. Se ha hablado de ella como imágenes irónicas por lo dramático de las situaciones que reflejan, que es ver que alguien ha decidido libremente estar allí disfrutando del contexto, un contexto que es definitivamente desolador, en un mar aparentemente muerto, junto a una petroquímica, etcétera.
Mi fotografía no pretende responder a nada sino plantear una pregunta a la persona que está viendo esta imagen y de algún modo estoy compartiendo mi sorpresa al ver a alguien que ha decidido libremente estar en un lugar tan desolador como ese. La gente que es capaz de ir a estos espacios tan desoladores probablemente huye de una vida aún más desoladora. Su entorno cultural o emocional probablemente esté a la altura de ese lugar en el que deciden marchar de vacaciones o pasar el domingo.
«Soy fotógrafo porque me permite acceder a unas realidades que no son las mías pero que por lo que sea me apetece vivir.»
«Si no hago un foto-libro parece que no existo» es el título del taller que impartirás en breves fechas dentro del Festival Begira Photo. El foto-libro parece ser un formato en auge dentro de la fotografía de autor, algo que a priori puede parecer contradictorio viviendo como vivimos en un entorno en el que cada vez más todo tiende a lo digital, ¿Es el soporte físico una especie de salvavidas para no hundirse en el torrente digital de imágenes en el que vivimos hoy día?
Creo que el soporte físico te hace disfrutar más. Es igual que con las relaciones humanas, siempre será mejor hablar frente a frente con tu interlocutor que hacerlo mediante un dispositivo digital.
Todo el tema de la post-fotografía me parece muy interesante, pero yo soy fotógrafo porque me permite acceder a unas realidades que no son las mías pero que por lo que sea me apetece vivir. Existe por ejemplo un trabajo de prostitución carretera hecha a partir de imágenes de Street View, pero eso no es lo que yo quiero hacer. Para mí la fotografía es algo que me permite acceder a otras realidades. Y tampoco hablaría de un éxito en relación al foto-libro pues rara vez se hacen ediciones de que superen una tirada de dos mil ejemplares, mientras que casi cualquier evento de otra índole convoca a mucha más gente. Por debajo de los fotógrafos solo estarían los poetas en cuanto a tirada de ejemplares.
El formato de foto-libro potencia mucho el concepto de esas imágenes que has reunido. Permite además algo muy gratificante como es relacionarte con otra gente como escritores, editores gráficos, etcétera, pues es muy importante el diseño final del mismo, que es lo que va a acabar dando estructura a todas las imágenes. Una buena colección de imágenes puede acabar perdiendo fuerza si el acabado del diseño del libro no es el adecuado.
«El soporte físico siempre va a tener su público. No porque algo sea más tecnológico va a ser más interesante»
La tecnología va irremediablemente avanzando y surgen nuevas formas de documentar la realidad de forma visual, ¿cómo ves el futuro de la fotografía documental? ¿Acabará el vídeo o nuevas plataformas como la realidad virtual arrinconando el uso de la fotografía como medio prioritario para describir o la fotografía siempre tendrá algo que otros soportes no podrán nunca ofrecer?
Creo que obviamente se van a abrir muchas ventanas, pero creo que la fotografía tal como la entiendo yo, con esa limitación analógica que es lo que le da su valor, siempre va a tener su público. Puedo disfrutar de algo hecho con la más alta tecnología o algo sencillo hecho cámara en mano. Todo va a depender de la calidad del producto, independientemente del formato. Si las cosas están bien hechas van a acabar de alguna manera resonando. No porque algo sea más tecnológico va a ser más interesante. Somos tan diversos y tan diferentes que siempre va a existir un espacio donde la gente le interese este tipo de documento. También creo que al final las cosas que son muy perfectas rezuman también algo de irrealidad.
Por un tiempo limitado de dos semanas se puede adquirir la segunda parte del libro «The Waiting Game 2» con un descuento muy importante en su página web: http://txemasalvans.com/wp2017/books