BERND Y HILLA BECHER : LA FOTOGRAFÍA SISTEMÁTICA DE ARQUITECTURA FUNCIONAL
Por Manuel Unzueta
Alumno del Curso Avanzado de Fotografía Blackkamera
Mi padre, aunque de oficio modelista trabajó en la primera empresa vasca que instaló un alto horno (Santa Ana de Bolueta) y mi abuelo materno tenía una fábrica de cadena forjada. Las primeras imágenes de mis recuerdos siempre han estado unidas a fabricas metalúrgicas.
Al ver por primera vez fotografías de los Becher me quedé sorprendido no solo por el tema de las mismas sino por la armonía y equilibrio que presentaban sus diferentes series de estructuras industriales.
Con este pequeño escrito solo pretendo contar que el arte de la fotografía está dentro de la cabeza del fotógrafo y no tanto en la búsqueda de lugares maravillosos situados en continentes lejanos.
Los alemanes Bernd Becher nacido en Siegen en 1931 y Hilla Wobeser nacida en Postdam en 1934 son los autores de esas series de diferentes elementos procedentes de la industria del acero. Bernd nació entre fábricas y comenzó fotografiando estructuras industriales para incorporarlas a la pintura. Hilla hacía fotografía comercial de la industria y la maquinaria. Aquí estaba su tema “el lugar que habito” para iniciarse con la fotografía.
Se conocieron en las clases de pintura de la universidad de Düsseldorf y se casaron en 1961.
Su primera exposición fue en 1963 y documentaba la desaparición de la arquitectura industrial. Podemos decir que se convirtieron en arqueólogos industriales.
Algo mágico debieron de sentir al comprobar la estética de los elementos funcionales y la similitud que había entre las construcciones de las diferentes industrias.
Utilizaban cámaras de gran formato con un punto de vista perpendicular al objeto. La cámara la colocaban en un punto elevado con exposiciones largas para evitar la presencia de personas. Siempre en blanco y negro, parece que probaron el color cuando apareció pero no les gustó mucho.
Las series consisten en identificar elementos que cumplan la misma función como pueden ser un depósito de agua, de gas o un alto horno y ponerlas juntas. De esta manera se podía ver la gran similitud y pequeñas diferencias que tenían con otros de diferentes lugares. Para ello viajaron por Alemania, Bélgica, Inglaterra, Francia y Estados Unidos durante 50 años visitando lo que quedaba de la industria siderúrgica.
Lo más impactante de su trabajo es la estrategia establecida en el inicio sobre lo que pretendían fotografiar. Pretendían aislar los sujetos de su entorno para reinterpretarlos con una mirada neutral que los elevaba a categoría de arte y documento (Escuela de Dusseldorf). Para ello establecieron los temas y los límites que mantuvieron inalterables durante años.
Como he comentado anteriormente, para los temas seleccionaron los sujetos como depósitos de agua, de gas, silos, altos hornos, naves industriales, cargaderos de mineral etc…
Los límites fotográficos consistían en utilizar cámaras de gran formato (8×10), buscar un punto de vista privilegiado, perpendicularidad al sujeto, luz difusa, trípode para grandes exposiciones, aislar el objeto de todo lo que pudiera distraer, cielos sin nubes, ausencia de personas.
Fotografiaban siempre en días nublados a primera hora de la mañana para conseguir esa luz difusa.
Con ello lograban fotografías de gran precisión para los detalles y aislaban al sujeto de manera que lo sacaban de su contexto caótico. Todo nítidamente enfocado y con gran profundidad de campo.
Con esta claridad de ideas solo faltaba una cualidad, el tesón para mantener durante 40 años la misma estrategia. Nos imaginamos las dificultades por las que han tenido que pasar para conseguir estas fotografías: encontrar las instalaciones, obtener permisos, preparar la toma. Esta constancia y capacidad de trabajo no sé si está en todos los alemanes pero seguro que sí en de los Becher.
La información de las fotografías tomadas sólo se documenta con la fecha y lugar de la toma.
Lo asombroso es cuando empiezan a agrupar las fotos por familias. Series de elementos que parecen iguales aunque no lo son pero cumplen la misma función. Incluso están en diferentes lugares y fechas. El haber tenido claro los criterios de origen nos hacen creer que todas han sido tomadas en el mismo lugar y fecha.
La disposición reticular de las series nos recuerda a los álbumes de fotos de animales y plantas, es como la historia natural.
Vemos la foto individual y la de su grupo o familia. Podemos discutir sobre si la visión de una afecta a la otra pero creo que los Becher no se preguntaban sobre éste punto. Ellos documentaban con su estilo y somos nosotros los que podemos interpretar libremente los resultados.
Está claro que los Becher se dieron cuenta que estos mastodontes como los altos hornos no iban a durar más de cien años y la fotografía era el mejor medio para preservarlos.
A nosotros nos queda el alto horno María Ángeles en Sestao como reliquia de aquellos tiempos.
En 1976 Bernd comenzó a dar clases en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf. También contó con la ayuda de Hilla. Su influencia en los jóvenes fotógrafos alemanes hizo nacer una nueva generación de artistas entre los que cabe señalar a Andreas Gursky que se hizo famoso por la venta de su fotografía Rhine II por 4 millones de euros. Estos alumnos crearon la escuela de fotografía llamada Deadpan (Impasible) caracterizada por su precisión técnica, frialdad estética y claridad absoluta.
Con la muerte de Bernd en el 2007 y de Hilla en el 2015 se cierra un capítulo de la historia de la fotografía.