DENTRO DEL SILENCIO DE LOS ANONIMOS: JACK SHARP Y VIVIAN MAIER
Por Aitziber Celaa, alumna del Curso Anual de Blackkamera
Con estas líneas quiero que no se olviden todos esos autores anónimos, que pueden ser desde tu vecino, un compañero del colegio o alguien con quien te cruzas todas las mañanas de camino al trabajo. Autores, fotógrafos, que no están y no serán unos de los grandes o influyentes de la historia de la fotografía como Richard Avedon que revoluciona la fotografía de moda sacando a las modelos a la calle, Robert Capa con su mítica frase: “si tus fotos no son lo suficientemente buenas es porque no te acercaste lo suficiente” o Michael Kenna uno de los reyes del minimalismo y la elegancia. Son simples ejemplos ya que cada uno tendrá sus mitos.
Uno de estos fotógrafos olvidados es Jack Sharp. Anónimo, británico, ingeniero que vivía en Suiza y mataba el tiempo tomando fotografías. Para los demás era un tipo elegante que se paseaba con una Agfa Super Silette y una Asahi Pentax por las calles de su ciudad o por su casa de verano. Era un pasatiempo más, sencillo y que nadie hoy en día esperaba el legado que había ido acumulado en unos viejos baúles y cajas llenas de polvo y recuerdos. Sus fotos eran imágenes del día a día, de la vida cotidiana. Era un cazador de instantes y momentos que decoraban su casa.
Gran parte de su trabajo estuvo guardado hasta que su nieto las heredo. Curiosamente nunca llego a conocer a su abuelo, pero que se crio oyendo historias sobre él, como nos ha pasado a muchos en nuestra vida. Hemos tenido que pasar por una pandemia mundial para que su nieto Dylan, aprovechara para restaurar y digitalizar su legado. 5.000 fotos. Se dice pronto. Cada cual más bonita. Descubrió un auténtico tesoro y nos ha hecho ver que su abuelo tenia un gran talento para la fotografía, para robar momentos del día a día a desconocidos, para pararse y saborear instantes ajenos. Podría decirse en el argot fotográfico que tenía un gran talento para la “street foto” o fotografía callejera.
© Jack Sharp
Escarbando en la historia de Jack Sharp, nos llega a recordar también a Vivian Maier. Vivian es conocida como la niñera fotógrafa que nunca ejerció como tal y que se dio a conocer gracias a coleccionistas estadounidenses. La Mary Poppins de la fotografía, pero sin todo el azúcar del personaje de Disney.
© Vivian Maier
De padres franceses y austriacos pasa su infancia entre Francia y Estados Unidos, mudándose con 25 años a Nueva York y más tarde a Chicago. Toda la vida se dedico a trabajar como niñera y a recorrer las calles con su mítica Rolleiflex. Aparentemente totalmente autodidacta, vivía en las casas de las familias cuyos hijos cuidaba y siempre que salía con ellos, cargaba con su cámara. Todo en ella es un misterio. No revelaba gran parte de sus carretes porque no podía permitírselo. Era una adicta al sonido del disparador ya que su pasión era sacar fotos, sin importarle el resultado final. A medida que los niños que cuidaba crecían, tenía que mudarse para buscar otra familia, creciendo a su vez el numero de rollos que dejaba sin revelar. Dada la inestabilidad laboral que sufría, alquila un almacén guardamuebles para acumular todo el material con el que contaba.
Siendo ya anciana y por casualidades de la vida John Maloof se cruza con parte de su material fotográfico comprando en una subasta los archivos olvidados en ese almacén guardamuebles que decide revender en internet, cuando Allan Sekula, fotógrafo, crítico e historiador, contacta con él para evitar que toda esa obra se pierda en la red de redes y es cuando Maloof se da cuenta del trabajo y talento de Vivian Maier. Gracias a una de las últimas familias con la que trabajo, Maloof recuperó parte de la historia de esta gran fotógrafa. El legado de Vivien contenía mas de 100.000 negativos, de los cuales cerca de 30.000 no se habían revelado. Maloof tenía una gran tarea entre manos, ya que aun quedan 90.000 negativos por escanear. Un gran legado de una niñera.
El trabajo de Vivian, se centra en la calle, básicamente en Nueva York y Chicago, los espacios públicos y como no, las personas. La escasez de sus recursos hace que durante muchos años solo cuente con una cámara fotográfica y con una misma óptica, lo que hace que su estilo sea muy característico. En la revisión de una pequeña parte de su legado, su gran interés son las personas. Los rasgos diferenciales, la peculiaridad de cada uno de nosotros, era una buena excusa para entrar dentro de su visor y disparo. Se puede decir que Vivian Maier, es una superviviente con ansia de explorar la calle, observar, vivir el asfalto y las personas que lo habitan. Se puede decir que Vivian Maier, es una superviviente con ansia de explorar la calle. Pocas fotos son de la emergente arquitectura de las ciudades de Nueva York o Chicago donde pasó su vida. Su prioridad es la persona, los grupos, la interacción y en ocasiones hasta ella misma en una labor de autoanálisis con la discreción de sus autofotos.
© Vivian Maier
Respecto a Maier como persona, destaca el aislamiento en el que vivió. Dado que su persona es un autentico misterio, esos paseos por dos de las ciudades mas burbujeantes de Estados Unidos, carecían de socialización, algo completamente antagónico con el desparpajo con el que buscaba a sus víctimas para enmarcarlas en su cámara. La riqueza de su obra, careció en vida de la oportunidad de crecer o búsqueda de apoyos para difundir su trabajo. Tampoco lo busco. Fue un aislamiento buscado, donde era mas importe tomar la foto que ver sus propias fotos.
© Vivian Maier
Con estos dos fotógrafos, para mi artistas, sólo cabe decir, que su obra puede que no hubiera sido igual de importante, impactante y de análisis si en vida hubieran tenido esa notoriedad que los exhibicionista busca con sus fotografías. No lo sabremos nunca. La sensibilidad, esas miradas nunca compartidas, hacen que estas obras gocen de aún mas riqueza. Son artistas, con mayúscula y con un hueco en nuestras retinas y sin importarles realmente el éxito o fracaso de la misma.
