Entrevista realizada por David Tijero.
María Ptqk asume este año las tareas de comisariado de uno de los festivales relacionados con la imagen más populares de nuestro entorno, Getxophoto. Una edición que nos invita a parar, mirar y reflexionar.
Inicias en esta edición tu andadura como comisaria del Festival Internacional de Imagen Getxophoto, ¿Cómo ha sido la toma de contacto con el equipo del festival?
Fácil y agradable. Es un equipo muy experimentado y se nota. Una cosa particularmente buena de Getxophoto es que el trabajo es muy colaborativo. Yo tengo la responsabilidad del comisariado, pero todas las decisiones artísticas son muy dialogadas en todos los aspectos, tanto lo que se refiere a definir la línea temática como a la selección de artistas y las decisiones de exhibición. Y esto coincide mucho con mi manera de entender el comisariado: las decisiones conceptuales, las artísticas y las prácticas están unidas.
”Tomamos permanentemente fotografías (…). Las acumulamos en un lugar que llamamos “la nube” como si fuera un lugar etéreo, pero no lo es: son edificios gigantescos que requieren sistemas de refrigerado muy poco sostenibles”
Tomas el relevo de Jon Uriarte, quien se ha encargado de las labores de comisariado en los últimos tres años, ¿te ha dado alguna pauta o consejo sobre cómo afrontar semejante reto?
Tomar el relevo de Jon Uriarte es un honor. Lo mismo que de toda la larga lista de comisarios y comisarias que han pasado por Getxophoto, son todas personas a las que admiro muchísimo a nivel profesional. Algo que recuerdo de las primeras conversaciones con Jon es que insistió en que el mayor reto de Getxophoto es el espacio público, y estoy de acuerdo. Es su mayor riqueza porque permite llegar a una diversidad de públicos y pasar a formar parte de su vida cotidiana, al menos durante el mes que duran las exposiciones. Pero también es un desafío porque el significado de las obras y su contenido visual entran en diálogo con su ubicación, con esa fachada o ese edificio en concreto. Y esto hace crecer las obras porque amplía sus lecturas, pero también implica retos a nivel logístico y de producción.
“Creo que un momento de tantísimo desarrollo tecnológico como el actual, y para un medio que depende tanto de la interfaz técnica como es la fotografía, es importante reflexionar sobre el modo en el que se producen las imágenes”
El lema de esta edición es “Pausa!”, un mensaje que parece toda una declaración de intenciones contra el Turbocapitalismo en el que vivimos inmersos basado en producir y producir, también imágenes.
Exactamente. Hemos querido centrar esta edición en algo que consideramos muy característico de la sociedad contemporánea que es ese afán por la hiper-productividad. No queremos hablar solo de la importancia de parar sino también entender cuáles son los mecanismos a través de los cuales se crea y se mantiene ese estado de estrés permanente. Y ahí, sin duda, las imágenes juegan un papel. Vivimos rodeados de estímulos visuales. Tomamos permanentemente fotografías, muchas más de las que podemos procesar en nuestra memoria. Las acumulamos en un lugar que llamamos “la nube” como si fuera un lugar etéreo, pero no lo es: son edificios gigantescos que requieren sistemas de refrigerado muy poco sostenibles, y que además no paran de crecer. Hablar de Pausa! en un festival dedicado a la imagen es una declaración de intenciones, claro.
Hace ya un tiempo que el nombre del festival incluyó la palabra “Imagen” en su denominación, ¿está perdiendo la hegemonía dentro de la creación visual el hacer fotografías con cámara?
Una cosa que nos ha enseñado la historia de la tecnología, y tenemos unos buenos 100 años para mirar atrás, es que a veces una tecnología reemplaza a otra, pero que es mucho más frecuente que las tecnologías nuevas y las antiguas convivan. Hoy la cámara coexiste con otras técnicas de creación de imágenes, pero yo no diría que ha perdido su hegemonía, en absoluto. De hecho, todas llevamos una en el bolsillo. Nunca en la historia ha habido tantas cámaras fotográficas como hoy.
¿Es prioridad del festival dar cuenta de las nuevas formas de generar imágenes que la tecnología nos ha brindado en los últimos años, o se prima más lo que con ellas se cuenta más allá de cómo se generen?
Precisamente por esa convivencia entre diferentes técnicas de generación de imágenes, creo que un festival que se dedica la fotografía debe dar cuenta de todas ellas. En la próxima edición de Getxophoto hay fotografía analógica, técnicas antiguas como la cianotipia, collage… Hay obras con mucha posproducción digital o que utilizan cámaras de vigilancia o softwares de inteligencia artificial y otras que usan técnicas en apariencia mucho más sencillas pero que en realidad no lo son absoluto. Creo que un momento de tantísimo desarrollo tecnológico como el actual, y para un medio que depende tanto de la interfaz técnica como es la fotografía, es importante reflexionar sobre el modo en el que se producen las imágenes. Lo que se cuenta no es independiente de cómo se cuenta, por medio de qué dispositivos, integrados a qué infraestructuras. No es necesario que todos los artistas incorporen esa reflexión técnica en su trabajo, pero son preguntas relevantes para la fotografía contemporánea.
La popularización de las tecnologías basadas en la inteligencia artificial en los últimos meses ha supuesto una revolución de la que parece que aún no somos conscientes de las repercusiones que a todos los niveles provocará. La generación de imágenes no ha quedado al margen de ello y cada día vemos sorprendentes resultados creados a partir de una tecnología a la que le basta recibir unas cuantas instrucciones por escrito. Surgen dudas, preocupaciones y debates acalorados sobre si esto es una amenaza real a la autoría, sobre si es arte o si esto es una simple moda que, como otras, pasará. ¿Cuál es tu visión de todo esto que estamos viviendo?
Precisamente por eso es importante tener esa visión crítica sobre las tecnologías implicadas en la creación de imágenes. Sé que ahora mismo este es un tema candente pero, desde mi punto de vista, la mayor amenaza no será para la autoría. Ese debate ya surgió cuando nació la fotografía: se pensó que sería una amenaza para la autoría de la pintura y no fue así, simplemente fue otro medio con otros códigos artísticos. La amenaza de la inteligencia artificial no es artística, es política y ciudadana debido a todos los sesgos que hay en su programación, a sus implicaciones para la privacidad, para la fiabilidad de los medios de comunicación, los procedimientos de prueba ante los tribunales, la automatización de muchísimos trabajos… Las IAs van a tener un impacto en el arte y la cultura visual, sin duda, pero en ese ámbito son más interesantes que problemáticas. El problema de la IA está en otro lugar.