» REFLEXIONES DE UNA ALUMNA SOBRE » EL ENTORNO QUE HABITA »
Por Sonia Bosch, alumna del Curso Avanzado de fotografía de Blackkamera.
Habitar, morar, resistir, vivir, poblar.
Tengo 44 años. Recuerdo 18 casas diferentes. 6 ciudades. Algunas a penas son direcciones en mi memoria. Otras detalles fugaces.
Reflexiono. Espacios y ocupación y empiezo a preguntarme ¿ cuando empece a habitar ? ¿ Cuando deje de andar de puntillas y en que momento comencé a llenar mi espacio, a vivir? ¿ donde está mi hogar ? ¿ quienes son mi país ?¿Habito en lugares lejanos a éste ? ¿ Acaso eso no es la añoranza ?
Actualmente
Vivo en un lugar privilegiado ( por lo menos desde mi punto de vista).
Mi hogar está situado en la calle Macondo. Macondo , como la ciudad imaginaria inventada por García Márquez, se encuentra rodeada de La Paz y el Paseo de los Olmos.
La Paz es un barrio en crecimiento que resurge tras un difícil pasado. En los años ochenta esa zona tenía un índice muy alto de desempleo, que junto con la entrada de heroína por el puerto de Pasaia, convirtió el lugar en el barrio deprimido y conflictivo de Donosti. Me recuerda tanto a la historia de margen izquierda…
Por otro lado, está el Paseo de los Olmos. Una urbanización exclusiva de los años 70 que actualmente se encuentra en un proceso de decadencia que yo encuentro delicioso..
Llevo menos de un año viviendo allí. Paseo y me encuentro realidades bien diferentes. Voy conociendo el lugar y descubro por qué aparecen tantos blisters vacíos de tranquilizantes tirados por el parque, observó a las mujeres mayores que pasean junto a sus hijos para ir a recoger la metadona en el centro de salud mental, compro el pan en una panadería de la zona bien que se llama Txoko de Kata ( que nombre más pretencioso ).
Todo un mundo de posibilidades se despliega delante de mis ojos. Decadencia, desarrollo son un ejemplo claro del movimiento continuo en el cual nos hayamos inmersos. Este hecho me lleva a imaginar las diferentes vidas que yo podría llevar porque nada es inamovible. Nada permanece. Todo es posible.
Desde el espacio que habito físicamente, me desplazaré hacia las personas que siento como mi hogar. Porque ser hija de inmigrantes te tatúa en la piel la sensación de desarraigo. Y solo te la arrancas encontrando a tu gente en los nuevos lugares que moras.
Sonia Bosch, » Reflexiones de una alumna «.