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Rafa Badia. La imagen y la palabra.

Entrevista a Rafa Badía, profesor del Curso de Fotorreportaje de Blackkamera.

Por David Tijero

Fotografía de David Tijero

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Rafa Badia compagina poesía y fotografía como herramientas para dar salida a su creatividad, aunque reivindica por encima de todo su pasión por la docencia, disciplina en la que comparte los conocimientos adquiridos durante sus años como reportero y editor gráfico.

En esta entrevista comenta sus impresiones sobre la fotografía de calle, una corriente en la que encuadra su obra fotográfica, la cual ha experimentado un gran auge en los últimos años hasta adquirir rango de género y opina sobre los debates y reflexiones que la misma suscita, sus límites, evolución y futuro.

¿Recuerdas la primera fotografía que hiciste?

Creo que sí. Fue con una Kodak Instamatic de mi hermano cuando debía tener cinco años. De todas formas, el primer documento en el que se me ve fotografiando es uno en el que estoy en la dársena pesquera de Tenerife con una Leica 1F de mi padre que todavía conservo y tendría seis años. Hago fotos desde mi primera infancia.

¿Hubo un momento clave en que decidiste que la fotografía iba a ser tu forma de describir tu realidad y expresar tus inquietudes?

Sí, lo tuve claro desde muy joven. Ya a los 13 años empecé a tomar fotografías alentado por mi padre, abogado de profesión, pero fotógrafo aficionado. Creo que ese momento de iluminación se me produjo en el año 1977, con las ediciones españolas de la revista Photo, viendo los portfolios de Edward Weston y de Henri Cartier-Bresson. Para mí fueron determinantes.

La poesía ocupa también un espacio importante en tu vertiente creadora, ¿es preciso utilizar la palabra allá donde la imagen no llega y viceversa o una disciplina es superior a la otra en cuanto a su capacidad para expresar por medio de ella?

Es una disquisición interesante. En mi caso personal escribir poemas y hacer fotografías son labores complementarias que casan bien y que además coinciden de una forma natural. Podrán no ser buenos o acertados pero no resulta antinatural o forzado cómo fotos y poemas casan en el par de libros que tengo publicados, “A Barcelona”, que tiene poemas en catalán y “Barcelona Blues” que los tiene en castellano.

Suelo decir que la poesía viene de dentro hacia afuera y la fotografía de afuera hacia adentro. Creo que hay imágenes que son muy difíciles de transmitir con palabras y versos que muy difícilmente podrían ser llevados a imágenes, pero muchas veces se complementan unos con otros. Dentro de mi poesía puede haber una poesía más íntima, más existencial… pero también descubro que dentro de los poemas que escribo, hay unos cuantos poemas de calle, que en realidad son casi imágenes callejeras.


«La poesía viene de dentro hacia afuera y la fotografía de afuera hacia adentro»


Aparte de tu faceta como creador, la docencia ocupa también buena parte de tu actividad profesional, ¿lo consideras un freno a tus proyectos como fotógrafo o más bien es un complemento con el que aprender también a través de lo que enseñas a tus alumnos?

Yo disfruto mucho la docencia. Transmito la pasión y la energía con la que me enfrento a ella. Es algo pasional y de hecho de las tres profesiones que he tenido, como reportero, como editor gráfico y como docente, yo creo que la docencia es la que más me ha llenado y satisfecho, a pesar de que obviamente cada uno ha tenido su momento y me doy cuenta que para ser hoy docente ha sido importante haber pasado antes unos quince años como editor gráfico y siete u ocho como reportero. Diría más, me da un poco de vergüenza utilizar el término de fotógrafo y más aún el de poeta, prefiero decir que me gusta hacer fotos y escribir poemas, en cambio sí hay algo que digo con orgullo y es que me siento profesor, profesor de fotografía.


«Hay algo que digo con orgullo y es que me siento profesor, profesor de fotografía»


A grandes rasgos tu obra podría encuadrarse bajo el género de fotografía de calle, ¿cómo explicarías a alguien ajeno al mundo de la fotografía dicho género?

Sí, mi obra se puede encuadrar dentro de esa corriente que en la actualidad tiene muchos seguidores y que está llegando a una serie de convenciones de género. Sí me considero un fotógrafo urbano pero más desde una aproximación lírica, visualmente hablando, que narrativa. Para mí es un referente mucho más claro Saul Leiter que no un narrador de fotografía de calle como pudiera ser por ejemplo Garry Winogrand, a pesar de que me encante su trabajo.

La fotografía de calle la considero un subgénero de la fotografía documental basado principalmente en la foto unitaria, y diría que es un tipo de fotografía en el que el tema es estrictamente la calle, todos los elementos que coinciden y se relacionan en ella. No es un género que muestre gente en la calle o gente haciendo cosas en la calle sino todos los elementos que aparecen allí y cómo se interrelacionan entre ellos. Y creo que es una fotografía documental del modo que documenta un espacio y un tiempo, aunque sea desde una perspectiva más o menos estética o sesgada, pero queda claro que con el paso del tiempo una fotografía de calle está documentando un tiempo y un lugar en el que fue recogida.

¿Es más sencillo fotografiar en las calles de lugar en que vives, en tu caso Barcelona, que en una ciudad ajena o la novedad de un lugar que se visita por primera vez puede resultar más inspirador?

Con el paso del tiempo me voy encontrando más cómodo en mi ciudad. En ella el factor sorpresa no está presente por lo que hay que luchar para evitar que la mirada caiga en la rutina y en ese sentido la fotografía de calle es un buen ejercicio para seguir viendo en tu propia ciudad. Cuando sales de viaje y vas a otra ciudad, todo es agradable porque todo son estímulos nuevos pero cuando ves tus archivos las fotos que de verdad te gustan son imágenes que bien podrías haber realizado en tu propia ciudad. Que sea un lugar diferente no es la esencia sino la anécdota de la toma fotográfica. Incluso a veces sucede que cuando estás fuera te puedes llegar a ver bloqueado por la sobre estimulación y quedarte en la anécdota y aunque en un primer momento una foto te fascine por lo que tiene de novedosa, con el tiempo, cae y decae claramente. Podría renunciar a llevar la cámara en mis viajes pero no renunciaría a fotografiar en mi ciudad.


 «La fotografía de calle es una fotografía documental del modo que documenta un espacio y un tiempo, aunque sea desde una perspectiva más o menos estética o sesgada»


¿Podría considerarse fotografía de calle imágenes que escapen a lo que el ojo humano no es capaz de ver pero sí puede quedar retratado con una cámara de fotos?

Yo creo que sí. Un investigador formal de los recursos expresivos de la fotografía en color como era Ernst Hass es uno de los pilares de la foto de calle contemporánea. Se trata de hasta dónde quieres llegar en la investigación. A mí por ejemplo me gusta trabajar con recursos limitados e intentarles extraer el máximo rendimiento, pero esa limitación en el fondo es una cierta estilización. A veces no sabes si es una mirada propia o incluso si es una deuda de estilo. Pero yo creo que sí, que la fotografía de calle tiene un amplio rango, desde muy literal, muy directa prosaica y generalmente humorística a muy metafórica, a muy estilizada en el mejor sentido del término. Creo que cada uno debe elegirlo. Hay tantas miradas como ciudadanos y eso es algo que también se expresa visualmente.

¿Es posible tomar el pulso vital de una ciudad a partir de las fotografías que se toman en sus calles o cada fotógrafo tiende a imponer su estilo sin importar tanto la ciudad en la que fotografíe?

Hay una frase que decía mi padre que venía a decir que es inevitable escribir la misma novela pero hay que intentar no escribir siempre el mismo capítulo. Es importante tener una mirada propia pero que no te condicione. Yo reconozco que me incomodan los autores que fotografían todo los lugares con la misma mirada. Al final parecen excusas para expresarse gráficamente como si la realidad exterior es una buena excusa para poder trabajar sobre una inquietud que se expresa visualmente. Yo prefiero quedarme en un término medio en el cual alcanzas una mirada propia en la que interpretas la ciudad en genérico pero eres capaz de sacar los acentos locales del lugar en el que te encuentres.


«Cuando sales de viaje y vas a otra ciudad, todo es agradable porque todo son estímulos nuevos pero que sea un lugar diferente no es la esencia sino la anécdota de la toma fotográfica. Podría renunciar a llevar la cámara en mis viajes pero no renunciaría a fotografiar en mi ciudad»


¿Hasta qué punto es legítimo intervenir en una fotografía para que pueda seguir siendo considerada de calle?

Yo en mi caso prefiero no intervenir y el punto es difícil de establecer. No tengo muy claro si una fotografía escenografiada puede seguir siendo fotografía de calle o no. Tengo dudas sobre ello. Por ejemplo en las imágenes de Gabriele Croppi, uno de los autores de esta corriente que más interesan en la actualidad, tengo la percepción de que hay una puesta en escena, no solo por una posproducción muy declarada, sino porque me da la impresión de que esas escenas en las que aparecen figuras solitarias ha algo de puesta en escena. Es difícil establecer el límite. Yo prefiero no modificar la realidad, aunque soy consciente de que con la elección del punto de vista y el tratamiento de la imagen. En mi caso me gusta que se parezca en la saturación y en el contraste al soporte de la diapositiva que es con la que me formé, pero siempre que no se imponga tanto que se pierda el referente, de saber de dónde viene, de dónde ha salido esa imagen.

La fotografía de calle se asocia casi siempre a imágenes tomadas en grandes ciudades, ¿es posible desarrollar este género en localidades pequeñas o directamente en entornos rurales?

Las grandes ciudades siempre han sido centros de cultura, centro de poder como es el caso de París, Nueva York, Londres… que es donde este género se ha desarrollado principalmente. Hoy día también emerge en las grandes ciudades asiáticas. A ello ayuda el anonimato y el cambio constante que sucede en las ciudades. Por ejemplo, Barcelona tiene más recursos visuales en su centro que en mi barrio de Sans, que es como un pueblo, difícil de fotografiar porque te conocen todos y el anonimato es importante. Y con respecto a si se puede hacer fotografía de calle en el entorno rural, a mí me parece significativo que un libro como es Street Photography Now publicado por Thames & Hudson en donde aparecen los autores más relevantes del género, el único fotógrafo español que se ha incluido es Cristóbal Hara, quien está haciendo una fotografía rural cuando no antropológica de las fiestas de España. Sí es posible hacer foto de calle en el entorno rural, aunque a mí es algo que me cuesta.

¿Sabes de alguna ciudad o país donde sea especialmente complicado fotografiar en la calle por la idiosincrasia de sus habitantes?

Salvo la excepción de Cuba, el mundo afroamericano es complicado. Recuerdo haber tenido alguna situación desagradable en Jamaica y tengo entendido que fotografiar en el África subsahariana, en grandes ciudades, no es sencillo. Hay en general una sensación negativa hacia el hombre europeo aproximándose a los locales con una cámara. En Chiapas también tuve un encuentro desagradable por desconocimiento y es que al colectivo indígena no le gusta demasiado la presencia de cámaras, pero es lógico, es la lógica expresión ante el rechazo hacia ciertas formas del colonialismo y del postcolonialismo. También existen puntos del Magreb que pueden ser conflictivos. Pero al moverme sobre todo en el ámbito europeo no he tenido demasiadas malas experiencias.


«Creo que la fotografía de calle tiene capacidad de reinvención ya que el entorno urbano, que es de donde se nutre, es algo muy vivo, muy vibrante y que se está transformando constantemente. Y es lógico pensar que la fotografía de calle también se irá renovando»


En estos tiempos en que el acto de fotografiar se ha convertido en algo habitual para prácticamente todo el mundo y en el que surgen nuevas plataformas basadas en la imagen para documentar la realidad, cada vez más gente afirma que entramos en una etapa que se ha denominado de post-fotografía, ¿qué lugar le va a corresponder a la fotografía de calle esta nueva situación? ¿Tendrá que potenciar más su lado artístico que el documental para no caer en la irrelevancia?

Todo tiene la tendencia lógica a mutar. Los discursos multi-media acabarán entrando de forma clara en la fotografía de calle. Hemos mencionado antes a Gabriele Croppi quien se ha adentrado ya en el vídeo y sí, creo que además la fotografía de calle tendrá una tendencia lógica a los discursos más personales o a las interpretaciones, por ejemplo, dentro de los clásicos modernos Matt Stuart quien sigue la tradición clásica de la fotografía como sorpresa visual y humorística, pero en el fondo es alguien que sigue las líneas de autores como Richard Kalvar o Tony Ray Jones. Hay también tendencias más existencialistas como en el caso de David Gaberle o poéticas como Nils Jorgensen, que en ese sentido empuja la fotografía de calle a unos discursos más personales o más subjetivos. No quiero establecer categorías en términos de superioridad e inferioridad, pero sí que veo una tendencia a personalizar y aproximarse más al espacio del arte, pero eso es algo que está ocurriendo en todos los géneros de la fotografía, incluida la documental o de reportaje, en donde a día de hoy las líneas son terriblemente difusas cuando no confusas. No es un tema que me preocupe demasiado pues creo que la fotografía de calle tiene una capacidad de reinvención ya que el entorno urbano, que es de donde se nutre, es algo muy vivo, muy vibrante y que se está transformando constantemente. Y es lógico pensar que la fotografía de calle también se irá renovando.

www.rafabadia.net

 

 

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